viernes, 26 de agosto de 2011

ALIANZA 2ª PARTE

Exbic bebió un trago de su copa y la dejó en la pequeña mesa central.
-     ¿Que ocurre hermano?.
Sanjes se volvió con una expresión seria en el rostro, se sirvió una copa de vino y se sentó junto a la chimenea.
-     Vienes a involucrarnos en la guerra contra los wirlocks, padre no esta de acuerdo, ya lo conoces siempre tan testarudo, y que tú te alejaras de tu pueblo y de su lado no es que haya ayudado mucho.
-     Sabes lo que ocurrió, yo quería conocer otros pueblos tener otras experiencias, antes era diferente, todos los hombres no son malos, Quein y yo somos como hermanos, el me ha salvado la vida en muchas ocasiones al igual que yo a él.
-      Yo no estoy de acuerdo con todo lo que padre dice y piensa, pero en ocasiones tiene razón, ellos nos engañaron e intentaron arrebatarnos todo, tu estabas aquí, y lo vivistes al igual que yo.
-      El mundo es así tienes que aprender a diferenciar lo bueno y lo malo, evitar y aprender entre todo lo que sucede, no te das cuenta de que nuestra cultura y civilización está en decadencia, no podemos quedarnos anclados en el pasado, hay que evolucionar y abrirnos al nuevo mundo y que mejor manera que aliarnos y ayudar a los hombres en su guerra contra los wirlocks, si no lo hacemos así, ellos sucumbiran y entonces, ¿ que ocurrirá con nosotros?.
-     Nadie a podido entrar para conquistar nuestra tierra- continuó Sanjes tozudo.
-     ¿Cuanto durará? ¿crees que no nos atacaran para conquistarnos?, si piensas eso, estas tan ciego como padre- Exbic había alzado la voz, durante unos instantes el silencio se apoderó de nuevo de la habitación, la tensión se palpaba en el ambiente. Los dos hermanos se miraron, sus ojos estudiaban el rostro del otro, no había odio, sino preocupación. Fue Exbic quien rompió el incomodo silencio.
-     Lo siento hermano, no debería de haber hablado de esa manera, pero pienso que Quein y su familia, son buena gente y me acogieron en su familia, estos años fuera del hogar han sido duros, siempre sueño con volver con vosotros, mi verdadera familia y poder convivir todos, hombres y loocks juntos, podrías sacar cosas buenas y aprenderíamos los unos de los otros.
-     Lo sé hermano, no he dejado de pensar en ti ni un solo día, muchas veces he hablado con padre, pero no puedo convencerle, madre nos comprende pero no nos ayudará a convencerle, dice que tenemos que ser nosotros los que le hagamos ver la realidad con nuestros actos.
-     ¿Donde están?- preguntó Exbic intrigado por el misterioso viaje que había mencionado su hermano con anterioridad.
-     Se fueron a parlamentar con los enanos- Exbic miró asombrado a su hermano.
Sanjes esbozó una sonrisa.- ¿Sorprendido, verdad?, así me quede yo cuando me lo dijeron, se fueron hace tres semanas y mañana esperamos su regreso a nuestra tierra, en otra semana más estará en Bander,  podríamos adelantarnos y recibirles a su llegada, les sorprenderíamos.
Exbic se quedó pensando en la propuesta de su hermano,´en su mente se abría un halo de esperanza.
-     Hablaré con Quein y mañana te diré que hacemos.
Los dos hermanos se levantaron y se fundieron en un fuerte abrazo.
-     Te acompaño- se ofreció Sanjes.
-     No hace falta, me acuerdo perfectamente, tampoco hace tanto tiempo-
-     Tres años es mucho tiempo- Los dos hermanos rieron juntos, hacía demasiado tiempo que no lo hacían y agradecieron estos momentos de felicidad, en medio de tanta locura.
Se despidieron y Exbic se marchó a su alojamiento, por su mente pasaban un montón de ideas, añoranzas, esperanzas, todo se mezclaba tan rápido, su mente bullía frenética. Faltaban unas tres horas para el amanecer, Exbic se acostó y pronto quedó completamente dormido.
Cuando Mill se levantó, vio a Exbic y a Quein limpiando sus armas.
-     Buenos días chicos, bueno mejor dicho príncipes, he hizo una pomposa reverencia.
-     Buenos días- dijeron al unísono los dos amigos, con una sonrisa en el rostro, la esperanza llenaba la habitación.
-     ¿ Y Lobo?- preguntó Mill buscándolo en la habitación.
-     Ha ido con Sanjes ha conseguir sus hierbas, creo que se llevara una grata sorpresa. El herbolario es bastante extenso, encontrará lo que busca.
Se dirigieron al comedor, el sol calentaba levemente el ambiente, aunque la brisa era fría. A mitad de camino apareció Lobo con un paquete a rebosar de diferentes hierbas y pócimas. Una sonrisa atravesaba su rostro.
-     Esto es maravilloso- Lobo les enseñaba todavía maravillado el fardo lleno de todo lo que necesitaba y más.
Todos fueron al comedor, Lobo y Mill iban detrás cambiando impresiones, era chocante verles juntos, el gigantón y el pequeño Mill, extraña pareja, pero habían echo muy buenas migas.
Entraron al comedor, al fondo se encontraban las cocinas, pegadas a ellas una enorme mesa contenía toda la comida que se servía y que los cocineros sacaban a medida que los guerreros loocks iban entrando. El resto de la sala estaba ocupada por mesas para unas veinte personas, no había distinciones de rango, todos eran hermanos y guerreros con un único cometido, que compartian la comida, desde el Rey al guerrero más novato. Grandes antorchas iluminaban cada rincón del comedor, las pequeñas troneras que rodeaban todo el edificio no iluminaban lo suficiente la estancia. Los hombres de loocks saludaban al príncipe Exbic con una leve inclinación de cabeza, muestra de respeto y amistad, mientras desayunaban Exbic compartió con sus amigos lo que su hermano le había dicho. Lobo fue el primero en hablar.
-     Yo te acompañaré, pero ten en cuenta que en poco más de un mes el invierno llegará, y el paso eterno hacia las Tierras Yermas quedará cerrado durante varios meses y estas hierbas, que tanto os agradezco, son necesarias para la supervivencia de mi pueblo.
-     Gracias Lobo, llegaremos a tiempo.
Quein y Mill también irían con su amigo de esta manera quedó todo planeado, hablarían con el Rey Garin y después sucediera lo que sucediera, viajarían al pueblo de Lobo. En ese momento Sanjes entró y se dirigió a la mesa donde se encontraban los cuatro compañeros.

miércoles, 24 de agosto de 2011

ALIANZA

Las enormes puertas se cerraron tras su paso, Lobo y Mill se quedaron asombrados por la velocidad y ligereza de las puertas al cerrarse, no vieron hombres ni animales, algún mecanismo oculto actuaba en su lugar. El campamento militar era tosco pero eficaz y acogedor, constaba de un edificio principal que hacía de comedor y sala de reunión de los hombres libres de servicio. Los dormitorios eran pequeños edificios amurallados con troneras en los pisos superiores, estaban diseminados ocupando el paso hacia la ciudad, en la retaguardia los almacenes, establos y enfermería, todos ellos diseñados en piedra y madera.
Los hombres de Sanjes se dirigieron a la armería para limpiar y dejar su equipo listo para estar preparados ante cualquier eventualidad.
Sanjes junto a su hermano y sus amigos fueron a los aposentos de este.
-     Por favor acomodaros-. Sanjes les sirvió vino, y se fueron sentando en unas cómodas butacas de piel de cabra, teñidas de negro y ámbar.
El edificio del príncipe tenía dos plantas, la superior, sus aposentos y la inferior en la que estaban, en la que había una mesa de roble llena de pergaminos, informes y mapas. La habitación se encontraba bien iluminada por varias lamparas de aceite colocadas por todas las paredes, una hoguera chisporroteaba al fondo caldeando esta agradablemente.
-     Caballeros, pronto podréis comer y descansar, solo quiero que me aclaréis que os movió hasta las puertas de mi casa, uhmmmm digamos a este grupo tan variopinto-. Sanjes se quedó en pie mirando a cada uno de los presentes, Exbic fue quien habló.
-     Hemos venido para hablar con el Rey, nuestro padre-. Lobo tosió de manera brusca, todos le miraron.
-     Es cierto, también por otra razón, Lobo necesita unas hierbas para su pueblo y venia a comerciar-. Lobo se quedó más tranquilo al escuchar su petición y miró inquisitivamente a Sanjes para conocer su respuesta.
-     El comercio se puede arreglar, mañana atenderemos tus peticiones y veremos que podemos hacer al respecto del Rey. En estos momentos no podemos hacer nada, el Rey se encuentra de viaje y yo ocupo su lugar, en estos momentos me encontraba de paso por la guarnición y no podíamos perder la oportunidad de acabar con unos cuantos wirlocks, mañana continuaremos hablando. Príncipe Quein, ¿ te importaría llevar a tus amigos a sus alojamientos?.
Quein se levantó e hizo un gesto a Lobo y Mill, los tres se despidieron y salieron del edificio hacia sus alojamientos.
Los dos hermanos se quedaron solos, durante un instante el silencio invadió la habitación.

martes, 23 de agosto de 2011

EL PASO 3ª parte

-     Mala suerte Quein, los wirlocks controlan el paso del río Brin, hay unos cien hombres, más de los que podemos vencer.
-     Vayamos a ver.
Se acercaron sigilosamente, Lobo tenía razón, unos cien wirlocks guardaban el puente, no podrían pasar y era el único lugar por donde se podía acceder a Loock por tierra. Al otro lado una enorme muralla de piedra protegía la entrada, la propia naturaleza había creado un embudo natural con enormes montañas  como frontera. Hacía mucho tiempo atrás los Loocks habían construido la muralla para protegerse de lo que llamaban la avaricia de los hombres. Los comerciantes iban y venían, muchos de ellos les embaucaban y ganaban grandes sumas de dinero. Cuando fueron conocedores de se estratagema construyeron el muro impidiéndoles el paso. Tenía una altura de 10 hombres y una basta plataforma, por la cual cinco hombres codo con codo podían caminar. La puerta de hierro enano era practicamente indestructible y por si fuera poco, tres batallones de Loocks  custodiaban el muro, estos eran entrenados para ese único propósito, defenderlo y mantenerlo sin ninguna fisura, Nadie podría atravesarlo sin un gran ejército y un gran numero de catapultas y balistas de gran tonelaje, sería una empresa descabellada.
Los cuatro compañeros bajaron y se ocultaron en un bosque cercano, Quein estaba preocupado y no era para menos, su misión podría irse al traste.
-     Esperaremos al anochecer y bajaremos a investigar sus guardias y nuestras probabilidades de paso, dispersaos y estar atentos por si viene alguna patrulla- dijo Quein bajo la atenta mirada de los demás.
Al anochecer el grupo de reunió en la colina.
-     Bajaremos Exbic y yo.
La tajante voz de Quein no dio opción a ninguna objeción.
Quein y Exbic se preparaban, se quitaron todo lo que pudiese hacer ruido y se pusieron barro en las partes de piel que quedaban al descubierto. Quein se quedo con el cuchillo y sus dardos, Exbic sus dagas gemelas. Mientras Mill y Lobo miraban las hogueras del campamento. Las nubes ocultaban la luz de la luna y las estrellas, era una noche fría, excelente para su propósito.
Bajaron silenciosamente ocultándose entre los matorrales hasta llegar a unos cien metros de los guardias. Cinco patrullas controlaban el perímetro del campamento y otras dos la entrada del puente. La luz de las hogueras atravesaban la oscuridad y los brazos de la luz danzaban hasta morir de nuevo en la penumbra.
-     Imposible pasar sin ser advertidos- susurró Exbic.
Quein asintió con un gesto contrariado en el rostro e hizo un gesto para volver al lindero del bosque con sus compañeros. Cuando iniciaban el regreso un ahogado frito sonó a sus espaldas, desenvainaron las armas y preparados para la lucha volvieron sus miradas de nuevo al campamento wirlock.
Una lluvia de flechas había caído sobre ellos, los guardias que quedaban en pie dieron la alarma, los guerreros wirlocks se dirigieron a la entrada del puente del cual procedía el ataque, de las sombras nocturnas aparecieron como fantasmas guerreros loocks, con sus largas dagas preparadas para dar muerte al enemigo. Los primeros wirlocks fueron barridos inmediatamente por el ímpetu del ataque, los loocks conquistaron rápidamente la cabeza del puente, la habilidad de los loocks en el arte de la lucha era excepcional, mataban con una elegancia extraordinaria. Los movimientos fluían de sus cuerpos como si de una danza se tratara, hasta la cruel muerte parecía dulce en sus manos.
Los dos compañeros saltaron de su escondite y corrieron al fragor de la batalla, varios wirlocks les salieron al paso, los dardos de Quein volaron hacia la garganta del más osado wirlock haciendo su trabajo a la perfección, con el cuchillo remató al enemigo evitándole el sufrimiento. Exbic danzaba como sus hermanos y dos enemigos cayeron rapidamente a sus pies. La lucha terminó tan de repente como empezó, toda la compañía wirlock yacía muerta diseminada por el campamento, el silencio se apoderó de nuevo de la noche, tan solo el crepitar de las hogueras y el rumor del agua lo rompían. Uno de los guerreros loocks se dirigió hacia los dos compañeros. Exbic envainó sus dagas y se adelantó a su encuentro. Cuando llegó a su altura el guerrero habló.
-     Hola Exbic, no esperaba verte por aquí, pero no sé porque me extraña- miró a Quein y realizó una pequeña inclinación a modo de saludo, a la que Quein respondió de la misma manera.
-     ¿Que tal Sanjes?- respondió Exbic con otra leve inclinación.
En ese momento aparecieron Lobo y Mill con sus armas preparadas. Quein hizo las presentaciones, mientras sus dos compañeros guardaban sus armas.
-     Este es Lobo de las tierras yermas y Mill el mago, él es Sanjes, príncipe de Loock y hermano de Exbic- ambos saludaron al príncipe con expresión de asombro por la noticia de que su amigo fuese príncipe de la legendaria tierra de Loock.
-     Encantado de conoceros, pero creo que deberiamos volver dentro, no me gustaría verme sorprendido.

lunes, 22 de agosto de 2011

EL PASO 2ª parte

-     ¿Se recuperará?- preguntó Quein a Exbic, con tono de preocupación en su voz.
-     Es muy fuerte, pero a perdido mucha sangre, lo raro es que siga vivo, hay que estar atentos a su estado.
-     Comprendido, yo haré la primera guardia, vosotros dormir, si hay alguna novedad te avisaré.
-     Quiero ayudar- dijo Mill, viendo que parecía un estorbo.
-     Pronto ayudaras, ahora termina de recuperarte, mañana sera otro día.
La noche llegaba a su fin, pronto el sol haría su aparición, Exbic preparaba el desayuno, las medicinas y las vendas para los heridos. Un leve sonido le alertó, sus manos rápidas como el rayo desenvainaron las dagas gemelas, mientras giraba sobre si mismo, un enorme pie se poso sobre su pecho, el golpe fue demoledor, cayó al suelo y se encontró al gigante encima, estaba medio grogui, el hacha amenazante se situaba sobre su cabeza lista para atravesarle, Exbic pensó que ese era su fin....
-     Como lo intentes y ese hacha se mueva, te atravieso- Exbic miró a su izquierda, era Quein con el arco de marfil preparado, volvió la vista al gigante, no se había movido, la furia se reflejaba en su rostro, el arma pendía amenazante sobre él, el gigantón tenía los músculos en tensión a punto de estallarle, durante unos instantes no sabía que iba a ocurrir, muy despacio el gigante levantó el pie de su pecho, el cual le dolía como si tuviera una enorme piedra oprimiéndolo, cogió las dagas y se alejó arrastrándose a una distancia prudencial.
-     Ahora tira el hacha, no queremos hacerte daño, no me obligues a disparar- El gigante se volvió despacio con el hacha todavía amenazante.
Mill miraba la escena incrédulo, no se podía mover, el miedo le atenazaba, obligándose a ello, lentamente cogió un pequeño tronco que encontró a sus pies, mientras pensaba "que voy a hacer contra esa cosa con este palito, para él es como un mondadientes".
El gigante los miraba despacio, uno a uno, analizaba la situación, una de las heridas de su pierna volvía a sangrar, tenía la venda empapada. Al cabo de unos segundos interminables, bajó el hacha y la tiró a sus pies.
-     ¡¡¿Porque lo has hecho?!!, ¡¡¡ maldito monstruo!!!, ¡ anoche te salvamos la vida!- Exbic gritaba como poseído, tenía las venas latiéndole y el rostro contraído de la furia-.¡¡¡Deberiamos matarte ahora mismo!!!.
-     Tranquilo Exbic- replicó Quein destensando el arco, nosotros hubiesemos actuado igual.
-     Yo no- susurro Mill.
Quein sonrió mientras avanzaba hacia el gigante.-¿Quien eres?-.
-     Me llamo Rick, pero todos me llaman Lobo, vivo en las Tierras Yermas, pertenezco a los gradilianos.
-     ¡¡¡Nadie vive allí!!!, mientes, las tribus de esa tierra son pura leyenda, he estado allí y no hay mas que hielo y muerte-. Gritó Exbic
-     Continua- dijo Quein mandando callar a Exbic con un gesto de su mano.- Estás muy lejos de tu tierra.-
-     Me dirigía a la frontera de Loock, para conseguir ciertas hierbas como la lavándula, astrágulus y thuja, que solo se pueden obtener en esa tierra, los gradilianos las necesitamos para que nuestro hombre santo prepare sus medicinas.
-     Nosotros nos dirigíamos hacia allí, si quieres puedes acompañarnos y unirte a nosotros, como has visto estas tierras ya no son seguras-. Exbic ante sus palabras estaba incrédulo y enojado, pero se mantenía callado.
-     Os acompañare hasta conseguir las hierbas, y aunque os deba la vida, mi pueblo me necesita antes que salvar mi honor con unos extranjeros, en un futuro saldaré la deuda contraída con vosotros.
-     No queremos nada, solo tu amistad, y tu hacha mientras estés con nosotros.
-     JA, JA, JA, desde este momento somos amigos, Lobo sabe mantener su palabra, podéis contar conmigo y con mi hacha.
-     Yo soy Quein, el es Exbic y el pequeño de atrás es Mill, y ahora deja que te curemos, no queremos que te sigas desangrando.
Una vez aclarada la situación y aunque incomodo, Exbic dejó de refunfuñar, pero no perdía de vista a Lobo.
Le vieron acercarse a enorme animal, al que todos habían olvidado, que se encontraba tirado en el suelo con una gran herida en el costado, el pelaje lateral estaba manchado de sangre ya coagulada, Lobo tomó una tira de tela y la mojó con su pellejo, comenzó un murmullo constante, relataba algo acerca del animal.
-     Arg, fiel compañero y gran lobo gradiliano, defensor de su compañero, en este mundo no correremos más aventuras, pero tu espíritu viajará conmigo y buscara la venganza que llegará a través de mis manos, mi hacha y tus cachorros saborearan.
Terminó de limpiarlo, lo cogió con sus poderosos brazos, cualquier hombre no le hubiese podido coger y aún menos llevarlo al interior del bosque para enterrarlo, cuando volvió el sol estaba alto, comieron, volvieron a limpiar sus heridas y decidieron descansar hasta el día siguiente, en el que emprenderían la marcha.
Exbic no pegó ojo, no se fiaba de Lobo. Al amanecer montaron a caballo, excepto Lobo que anduvo todo el camino, sin dar muestras de cansancio, son sus poderosas piernas daba enormes zancadas y mantenía un paso vivo. No volvieron a encontrarse wirlocks ni con otro peligro reseñable, Lobo de recuperaba rápidamente, les parecía increíble viendo las heridas que le habían provocado.
Exbic se fue relajando poco a poco, pero todavía sentía algún recelo, su desconfianza disminuyó al ver que Quein confiaba en él. Al atardecer de tercer día desde su encuentro, subían una colina, la frontera se encontraba detrás de ella, Lobo regresó de su inspección.

domingo, 21 de agosto de 2011

EL PASO

La tormenta estaba en su punto álgido, los truenos rompian el impactante silencio y los rayos iluminaban la extensa llanura hasta donde alcanzaba la vista. Los dos jinetes y sus monturas estaban empapados y el frío les atenazaba todos los músculos, a pesar de la tormenta y en un profundo silencio continuaban su fatigosa marcha.
Al cabo de dos horas comenzaban a vislumbrar lo que se podía llamar pueblo, ya que en realidad era un pequeño grupo de casas echas de madera y adobe. Lo que destacaba era una casona más grande de la cual salía un espeso humo de la chimenea medio derruida, hacia ese lugar se dirigieron. Según se iban acercando puedieron ver el nombre de la taberna, "la zarpa del lobo".
Dejaron sus monturas en las caballerizas, al cuidado de un muchacho enclenque que simplemente aguardó a la moneda de cobre antes de dar cobijo a los caballos y darles de comer, las monturas fuertes y vigorosas se dejaron llevar mansamente al interior del establo.
Los dos hombres fueron hacia la puerta, el primero en entrar fue Quein de Olsoc, un joven alto y fornido, calzaba botas de cuero y vestía unas tupidas mallas con una camisa de piel de borrego, la capa era de piel de oso, típica de su tierra, a su espalda sobresalía la empuñadura de una gran espada echa del más duro acero de Olsoc, en los lados del cinturón llevaba una espada corta y un pequeño puñal, ambos con la empuñadura de plata y el restro del cinturón estaba ocupado por unos finos dardos de hierro ennegrecido, su pelo negro como la pez y su rostro presentaba las dos cualidades originarias de su pueblo, la belleza y la dureza de su región. El siguiente fue Exbic nacido en las tierras altas de Loock, era un poco más bajo que Quein pero no tenía nada que envidiar en su aspecto, perfectamente musculado y fibroso, colgando de su espalda llevaba un arco de marfil tensado con fino músculo de ciervo y en perfecto estado de conservación, en su carcaj sobresalían las plumas de águila que decoraban sus flechas, su vestimenta era parecida a la de Quein salvo la cota de malla que llevaba y los mocasines altos que calzaba. Su rostro aquileño mostraba fiereza, acentuada por los ojillos estrechos de mirada impasible y a la gran cicatriz que cruzaba su rostro desde la drente hasta la mejilla.
Entraron sin mirar a nadie, directos a la barra que estaba atendida por un hombre grandón de prominete barriga, todos los individuos les miraron durante un instante y siguieron rápidamente con sus asuntos, ya que era raro recibir visitas por allí, y menos con el tiempo de perros que hacía. La taberna despedia un olor a cerveza rancia y asado de vaca, que fue lo que pidieron, pues tampoco es que hubiese una gran variedad, ni de comida ni de bebida. Pagaron y se fueron a sentar al rincón más alejado de la taberna. Todo transcurría con  normalidad, todos atendían sus asuntos, Exbic y Quein comían y bebían con tranquilidad, de repente se escuchó un gran golpey vieron a un pequeño hombre rodar por la escaleras después de recibir un fuerte golpe en el pecho, cayó despanzurrado en el suelo, todos volvieron la vista hacia el final de la esclaera, para ver quien le había propinado semejante golpe, salió un hombre con la cabeza afeitada, con una larga coleta en la nuca, iba vestido todo de negro con piel de jabalí, y al cuello dos grandes colmillos de este animal, iba flanqueado por otros hombres con su mismo aspecto pero sin el collar, eran wirlocks, las armas que poseían eran cimitarras de ancha hoja curvada, cada uno de ellos llevaba a su espalda un pequeño escudo de color negro con el símbolo de un gran jabalí negro como emblema. Salieron riéndose y escupiendo insultos al pobre desgraciado que se encontraba tirado en el suelo sin poder levantarse. Quein hizo ademán de levantarse para ayudar al hombre.
-     Quieto, no hagas nada, no es asunto nuestro - dijo Exbic, mientras seguía bebiendo tranquilamente su cerveza.
-     Pero....- intento discrepar.
-     No amigo, el asunto que nos a traído es más importante y no podemos estropearlo - repuso Exbic con convicción.
El bravucón y sus secuaces fueron bajando la escalera hasta llegar al pobre hombre, lo levantó con una sola mano y le propinó un cabezazo que le hizo brotar un chorro de sangre de la nariz, a la vez que le soltaba, uno de sus hombres le propino una patada en el estomago que le hizo caer al suelo.
-     ¡Acabad con él!, y que todos lo vean, que sirva de escarmiento - el hombre salió de la taberna.
Sus hombres se proponían hacer lo que se les ordenó, pero uno de ellos cometió el último error de su vida.
-     ¡Te voy a degollar como a un perro!, como a un sucio perro de Loock - antes de que terminase la última sílaba, Exbic se levanto como un rayo y propinó un certero puñetazo en la mandíbula, se oyó el crujido de los huesos al partirse, el hombre cayó fulminado al suelo, mientras el otro intentó desenvainar la cimitarra, llegando solo hasta la mitad de la hoja, ya que dos dagas aparecidas de la parte de atrás del cinturon de Exbic surcaron el aire provocando dos grandes tajos en su garganta, cayendo al suelo entre gorgoteos. Todo el mundo se quedó estupefacto ante la rapidez de lo ocurrido, Quein se levantó rapidamente, antes de que la gente comenzara a reaccionar, de una manera o de otra. No se iban a quedar a averiguarlo.
-     ¡Que mantuviera la calma!, ¡acuerdate de la misión!, buena la has armado Ex - en ese preciso momento entró el otro hombre después de oír el pequeño jaleo, antes de que dijera una sola palabra o hiciese un solo gesto para sacar el arma, tenía dos pequeños dardos en la garganta, los tocaba incrédulo sin saber de donde ni quien los había arrojado, cayó al suelo con un sonoro golpe, la gente volvió a mirar al tipo del suelo, en ese momento Exbic y Quein con el pequeño hombre a cuestas salieron de la taberna y se dirigieron a la cuadra. Ensillaron rápidamente los caballos, Exbic montó delante de él al pequeño hombre que se encontraba medio inconsciente y salieron a galope como alma que lleva el diablo, la noche se los tragó rapidamente.
La lluvia había parado y les había dejado fríos, calbagaron varios kilometros y se internaron en un pequeño bosque de hayas, abetos y abedules, desmontaron, después de asegurarse que nadie les seguía Quein fue en busca de un poco de leña, haber si encontraba algo seco, mientras Exbic atendía a sus inesperado compañero, lavó las heridas y le puso un cataplasma de hierbas, a base de lavándula, para que no se infectaran, los golpes y magulladuras dolerían durante varios días pero aparte de eso no había ninguna rotura. Quein regresó con un poco de leña y encendieron un pequeño fuego, suficiente para calentarse hasta la llegada del amanecer.
Cuando Quein despertó, Exbic preparaba el desayuno y un reconstituyente para el herido y ellos mismos.
-     ¿Cómo está nuestro invitado? - preguntó Quein estirandose y tratando de entrar en calor.
-     Ha pasado la noche en calma - contestó Exbic.
Mientras hablaban, el pequeño hombre despertó, sobresaltado y un poco aturdidotodavía, preguntó.
-     ¿Quienes sois?, ¿donde me encuentro? - trató de levantarse y el dolor le recordó lo que había pasado.
-     Te ayudamos en la taberna, pensábamos que te iban a matar - contestó Exbic.
-     No fue para tanto, los tenía donde quería, esos cobardes me pillaron por sorpresa - dijo el hombre, tratando de mostrar valor.
-     Si, si, tomate este brebaje, te ayudará a recuperarte. ¿ Quien ere?- pregunto Exbic con curiosidad.
-     Soy Mill, un poderoso mago y gran ingeniero de una tierra muy lejana, así que será mejor que me dejéis libre, si no queréis pagar cara vuestra insolencia.
Exbic miró extrañado e incrédulo, primero a Mill y después a Quein, quien le hizo un gesto de ignorancia a la vez que sonreía.
-     No eres nuestro prisionero y puedes marcharte cuando gustes, pero creo que deberías quedarte con nosotros hasta estar recuperado.
-     En ese caso me quedaré. ¿Quienes sois?, formáis una extraña pareja.
-     Yo soy Quein y mi amigo es Exbic, nosotros mi querido amigo solo somos unos pobres viajeros.
Mill examinaba el brebaje que le había preparado Exbic, lo probó con precaución, y un calor reconfortante le recorrió el cuerpo. Terminaron de desayunar un poco de pan y cecina, y se pusieron en marcha. Mill no les volvió a preguntar más sobre ellos, ya que dedujo, por la forma tajante de la contestación de Quein, que por ahora no le interesaba la vida de sus inesperados compañeros de viaje.
-     Exbic, ¿ que tipo de brebaje me has dado?.- Preguntó Mill al cabo de un rato.
-     Es kefir, una fertilización de la leche.
-     Lo cierto es que es bueno, noto sus efectos rápidamente.
Exbic agradeció el cumplido con un gesto de la cara, pero no dijo nada más. Continuaron el viaje en silencio. Mill tenía muchas preguntas, pero ya llegaría el momento.
El camino estaba flanqueado por pequeños bosques, estaba llegando el invierno, las lluvias eran intermitentes, al oeste se veía la cordillera que hacía la frontera natural con Loock, hacia donde se dirigían, avanzaban lentamente, los cmainos estaban embarrados debido a las últimas lluvias, el día transcurria tranquilo, a Mill le dolía todo el cuerpo y la cabalgata no le ayudaba demasiado, solo pararon a descansar para comer y abrevar a los caballos. Mill obsevaba a sus nuevos compañeros, casi no hablaban, solo lo hacian en susurros, pero veía que se entendían a la perfección, un simple gesto, un movimiento y cada uno sabía lo que tenía que hacer y lo que quería el otro.
El día llegaba a sus fin, pronto la luna haría su aparición, sería una noche fría, las nubes corrían rápidas surcando el cielo gris, tendrían suerte si no les lluvia, dentro de poco acamparían y podrían descansar.
Se acercaban a un bosquecillo, de repente Exbic detuvo su caballo.
-     ¿Que pasa?- peguntó Mill preocupado.
Exbic le mandó guardar silencio, Mill no oía nada por más que se esforzó, solo escuchaba su repiración. Desmontaron y se fueron acercando al bosque, pronto se escuchó un leve rumor de voces.
-     Quedate aquí con los caballos, y no hagas ruido, pronto volveremos-, le susurró Exbic.
Exbic cogió el arco y Quein desenvainó la espada, se internaron en el bosque, y pronto se les perdió de vista, eran como dos fantasmas sin hacer un solo ruido. Los movimientos eran rápidos y controlados. Se acercaron sigilosamente hacía donde procedían los ruidos, cada vez eran más claros, al acercarse vieron a diez wirlocks que asediaban a un tipo enorme, armado con una formidable hacha de doble filo. Apenas se movía del sitio, a sus pies había un enorme animal, parecia muerto, y el gigantón que le sacaba dos cabezas a Quein, sangraba por varias heridas, los wirlocks gritaban y se reían, increpaban al gigantón, pero sabían que tenían que temer su hacha, cuatro wirlocks estaban muertos a su alrededor, el gigante no duraría mucho, estaba solo, herido, solo era cuestión de tiempo qie se rindiese y le matasen. Exbic tensaba su arco, mientras Quein se acercó unos metros más a uno de los asaltantes. Los dos amigos se miraron y una flecha silbó, yendo a parar a la garganta de uno de los wirlocks, dos flechas más alcanzaron sus blancos, antes de que se dieran cuenta del ataque, el gigante viendo la oportunidad saltó con su hacha clavándosela en el hombro a otro de los wirlock, sin darle tiempo a defenderse al pillarle por sorpresa.
Quein salió como un fantasma de su escondrijo detra´s de los árboles, dos mas cayeron bajo su acero, solo quedaban cuatro, viendo su numero tan reducido intentaron la huída, otra flecha atravesó la coraza del wirlock que iba en cabeza, matandole al instante. Exbic sacó sus dagas y revanó el cuello a otro enemigo, el hacha del gigante voló hasta alcazar la espalda de otro enemigo, el último wirlock arrojó su arma y se arrodilló pidiendo clemencia, el gigante se fue acercando lentamente, dió un fuerte tirón al hacha, al sacarla el wirlock casi se parte en dos, el filo del hacha se acercaba amenazante al wirlock arrodillado, la sangre manchaba toda la hoja, sin detenerse el gigante giró sus arma y la cabeza del wirlock salió disparada. Exbic y Quein se acercaron a una distancia prudencial del gigantón, ahora le veían a la perfección, era enorme, los brazos los tenia completamente pintados , vestía pieles de oso polar, no llevaba ningún tipo de coraza, su calva cabeza estaba perlada en sudor, las pieles manchadas de sangre, varias de las heridas eran feos y profundos cortes, no se explicaban como se podía mantener todavia en pie y menos que hubiese luchado con esa fiereza. El gigante se volvió hacia ellos, el hacha estaba en actitud amenzante, sió unos pasos hacia el animal caído, se tambaleó y cayó al suelo como una roca. Los dos amigos se acercaron rapidamente, les costó un triunfo darle la vuelta, Exbic corrió hacia donde se encontraba Mill con los caballos y cogió su mochila y comenzó el regreso.
-     Ven Mill, te necesitamos- le dijo sin volverse.
Mill le siguió con las monturas, miró los cuerpos de los caídos wirlocks y se quedo estupefacto al ver al gigantón tirado en el suelo. Antes de que preguntara escuchó a Exbic.
-     Mill, busca un poco de leña seca, rápido-. Exbic atendía al gigante, mientras Quein inspeccionaba la zona por si hubiese algún enemigo más.
Encendieron una hoguera, mientras Exbic terminaba de vendar y emplastecer las heridas del gigantón.