domingo, 25 de septiembre de 2011

ALIANZA 4ª PARTE

Al día siguiente comenzaron los preparativos para la llegada del rey, Sanjes iba y venia para no dejar nada al azar, Quein observaba a su amigo Exbic y le veía muy preocupado, sabía que era debido a la próxima llegada de su padre,¿como reaccionaría?, llevaba mucho tiempo fuera, tampoco se entrometió, mientras tanto disfrutaba junto a Mill y Lobo de la amable pero precavida acogida de los habitantes de Bander.
Todo estaba preparado, Sanjes había sido informado de la inminente llegada de los monarcas. Por la puerta norte apareció la guardia personal de rey y a continuación entraron los reyes, saludando a su amado pueblo, llegaron a la entrada de la fortaleza.
-     Mira Gavrel, es Exbic- comentó Marne a su esposo.
-     Ya lo he visto¿Que hará aquí?
-     No seas brusco, aún sigue siendo tu hijo.
Sanjes salió a su encuentro e informó al rey sobre el estado de su reino. Gavrel se dirigió a Exbic, este tragó saliva, estaba nervioso.
-     Padre, bienvenido a casa- inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto. Durante unos instantes Gavrel se quedó inmóvil delante de su hijo, observándole, tenía la mirada dura.
-     Se tu bienvenido- respondió secamente y se dirigió al salón para saludar al resto de sus generales.
Marne fue hacia su hijo Exbic, después de haber saludado efusivamente a su hijo mayor.
-     Hijo mio, cuanto me alegro de tenerte de nuevo entre nosotros, mi corazón se alegra enormemente.
Exbic besó a su madre con delicadeza, la adoraba. Pasaron al gran salón de la fortaleza y allí esperaron a que su padre terminase de saludar al resto de la corte, en unos minutos se quedaron solos.
Gavrel caminó hacia el trono y se sentó junto a su mujer, Sanjes y Exbic se acercaron poniéndose frente a ellos. Exbic miraba a su padre y no podía dejar de compararlo con el gran halcón que cubría el trono, duro, fuerte y siempre dispuesto para la lucha, tras unos instantes el rey tomó la palabra.
-     He ido a parlamentar con los enanos, hemos hablado sobre los últimos acontecimientos que han ocurrido en estas tierras, por ahora no vamos a inmiscuirnos, cada cual que arregle los problemas de su propia casa.
-     ¡Pero eso es un error!- Exbic se adelantó hacia él.
-     ¡Callate!- bramó el rey- ¿Como osas interrumpirme?. Te marchastes hace tiempo de tus tierras¿Para que?, según tú, para vivir experiencias- dijo despectivamente- las experiencias las deberías de haber vivido aquí, con tu gente, con tu familia.
-     Cálmate Gavrel- susurró cariñosamente Marne- déjale hablar.
-     ¡Que hable, que hable!
-     Padre, siento haberte interrumpido, pero piensa que la pasividad en esta guerra es un error, ¿cuanto tiempo van a dejar en paz los Wirlock nuestras tierras?,¿y la de los enanos?, en cuanto hayan conquistado los tres reinos, ¿que crees que harán?¿quedarse quietos y trataros con respeto?
-     Eso es lo que deberían hacer por su propio bien.
-     Nuestros guerreros son fuertes y valerosos pero solos no creo que puedan vencer a las hordas wirlocks, tienen mercenarios provinientes de otra tierras, sus tropas crecen por momentos y debido a nuestra pasividad nos conquistarán uno a uno, y nos tendrán bajo su control, al menos si nos uniésemos tendríamos una oportunidad.
El rey se mantuvo pensativo unos momentos para hablar con más tranquilidad.
-     Hijo mio, has estado mucho tiempo fuera, al principio tenía la esperanza de que volvieras pero estos últimos años, te dábamos por perdido, no recibíamos noticias tuyas, te olvidastes de tu familia, de tus hombres, de tu tierra- Gavrel hablaba con el corazón, el amor que sentía por su hijo fue más fuerte que su ira.
-     Eso nunca padre, nunca os he olvidado, aunque estuviese lejos, siempre os he llevado en mi corazón-en ese momento Marne habló.
-     Hijo, tienes que comprender que el dolor que sentíamos porque te creíamos perdido, llegó a ser mayor que nuestras esperanzas por volverte a ver o recibir alguna noticia tuya de que te encontrabas bien, al menos de que siguieras vivo.
Ante estas palabras Exbic se derrumbó, toda la entereza de la que hacia gala en situaciones extremas se vino abajo.
-     Lo siento mucho-la voz le tembló, mientras intentaba controlar sus emociones-no volverá a suceder, llegue aquí con la intención de visitaros y proseguir mi viaje, pero si es vuestro deseo que me quede, así lo haré. Diré a mi hermano Quein que parta cuando lo crea conveniente, no quisiera perder a mi familia por ninguna razón-Marne miraba a su hijo con compasión, compredia su dolor pero a la vez luchaba con sus propios sentimientos de la posibilidad de perder de nuevo a su hijo pequeño, por lo que haciendo acopio de su energía habló tratando de sonar firme.
-     Muy bien hijo, te comprendemos y mañana tu padre te comunicara su decisión, ahora descansaremos todos antes de la cena- Marne besó a sus hijos retrasando su salida, mientras su marido, el rey, se marchaba-Hijo, intentaré convencer a tu padre para que respete tu decisión, pero no te prometo nada, sabes que os quiere, a su manera claro, pero daría la vida por vosotros- Exbic la miraba fijamente y veía a través de sus ojos color miel el amor que sentía por ellos.
-     Gracias madre- le susurraba mientras la besaba delicadamente.
La reina salió del salón acompañando al rey a sus aposentos, Gavrel la miró a los ojos y comprendió que esta guerra la tenía perdida, sonrió a sus adentros y pensaba-la decisión ya estaba tomada, pero no cederé a la primera, presentare batalla-entonces la besó y se adentraron en el pasillo hacia sus aposentos, los dos iban con una sonrisa en la boca, se sentían felices de tener a su familia al completo.
Durante la cena los tres amigos de Exbic, les acompañaron a la mesa, al principio el silencio invadía el salón pero poco a poco según iba pasando la velada, la relajación fue llegando hasta concluir en una pequeña reunión familiar.
A la mañana siguiente el rey reunió a los dos hermanos de nuevo en el salón del trono.
-     Hijos mios, vuestra madre y yo hemos hablado y hemos tomado una decisión- según decía esto su mirada paso a Exbic- pensando en lo que dijiste ayer sobre la guerra, Loock por ahora seguirá neutral-Exbic miró a su madre, no comprendía la situación, ella siempre convencía a su padre cuando se lo proponía, pero, ¿En esta ocasión había fallado?. Pero su expresión decía lo contrario, escuchó de nuevo a su padre atentamente- desde este momento tu misión será la recopilación de datos sobre los demás pueblos, sobre la guerra y sobre cualquier situación relevante, iras solo o acompañado, esas decisiones son de tu competencia, pero tus informes los enviarás como máximo cada tres meses, informaras a tu hermano y él lo hará ante mi- esta decisión comprometia a Exbic a mantenerse en contacto con su familia pero le daba mayor flexibilidad en el tiempo que los tres meses, su hermano le cubriría en alguna situación y eso su padre lo sabia.
-     Así lo haré padre, no te arrepentirás de la decisión, y pronto cambiaras de idea ante la situación de guerra que se esta viviendo fuera de nuestras tierras. Exbic saludó con una inclinación de cabeza y salió junto a su hermano del salón, su tres compañeros les esperaban fuera a la espera de noticias.
Estuvieron un día más disfrutando de las comodidades de la ciudad, pero al día siguiente partirían hacia las tierras de Lobo. Al día siguiente antes de partir se despidieron efusivamente, Gavrel se acercó a Quein y mirándole a los ojos le dijo-Quein cuidaros mutuamente y no hagáis que me arrepienta de mi decisión, antes de un año y en la medida de vuestras posibilidades acudir de nuevo a Bander, tu y yo tenemos una conversación pendiente sobre la situación de tu país, espero que comprendas mi decisión, y que quede claro que no estoy pidiendo tu aprobación, simplemente te tengo respeto porque mi hijo te llama hermano, muchas gracias- Quein saludó inclinando la cabeza y le contestó al rey con una sonrisa- Gracias señor, no se arrepentirá y le prometo que intentaremos venir.
Los cuatro amigos partieron con las fuerzas y esperanzas renovadas, ahora les quedaba un largo viaje hasta llegar a las Tierras Yermas. 

viernes, 9 de septiembre de 2011

aqui os dejo el relato mandado al concurso relatos Alfonso Z

Me levanté como todos los sábados después de toda la semana trabajando con ganas de descansar y disfrutar de un fin de semana con mi mujer. No había planes a la vista por lo que el  inicial era ponerse delante del ordenador para revisar los correos y demás temas tecnológicos en los que nos vemos involucrados estos días.
Suena el pitido del PC al encenderse, con la infusión de turno espero unos segundos, todo marcha, suena el teléfono, primera interrupción, es mi hermana que vive cerca del hospital de Getafe.
-           Hola, ¿Qué tal?
-          Bien - noto que su voz no está normal, algo ha pasado.
-          ¿Qué pasa?, ¿Estáis bien?
-          Si nosotros sí, pero no se en el barrio está todo muy alterado, no sé que pasa, las sirenas no han parado en toda la noche, ambulancias, bomberos, policía, todo lo que pitaba estaba en marcha, ha salido Antonio a ver qué pasa.
-          ¿Quieres que vayamos?
-          Si no os importa, podríais acercaros.
-          Ok, en breves estamos allí, Rocío ya esta levantada, desayunamos y vamos.
-          Vale aquí nos vemos, no tardéis mucho.
-          De acuerdo, en quince minutos estamos en tu casa.
Termino la infusión, Rocío está trasteando en la cocina, su café es imprescindible por la mañana, como ella dice, sin mi café no soy persona.
-          Buenos días cari, ¿Qué tal?
-          Buenos días amor.
-          Ha llamado mi hermana que si nos podemos acercar, le he dicho que en quince minutos estamos allí.
-          Me tengo que duchar y salimos, tengo que llamar a mi hermana Gise haber qué planes tienen, me dijo que les llamásemos.
-          Vale, les llamamos, nos duchamos y nos vamos.
Bajamos al garaje, nuestro Octavia nos espera. Estamos en septiembre, cogemos la carretera de circunvalación, más adelante vemos un accidente, nos metemos por la vía de servicio, ya que la carretera está atascada en ese punto. La verdad que la salida de Getafe es un poco caos, demasiados coches. A lo lejos vemos el hospital, es cierto todo lleno de sirenas, pitos de coches, la gente comienza a alterarse por el atasco. Enfilamos la calle de la casa de mi hermana, la gente se agolpa fuera, ni rastro de mi cuñado, mientras Rocío habla por el móvil con su hermana.
-          Me dice mi hermana que vienen hacia casa, que al pasar por Toledo han visto que esta el hospital como aquí, es un caos, ¿Qué habrá pasado?
-          Ni idea ahora voy a buscar a Antonio y haber si nos enteramos de algo, diles que vengan a casa de mi hermana pero que se metan por la M-50, sino pillaran el atasco.
Llamamos al telefonillo y nos abren los niños, Álvaro tiene ya 14 años y Lidia tiene 9 una fan loca de Michael Jackson. Son muy cariñosos, mi hermana esta en el patio fumándose un cigarro.
-          Hola, menuda hay liada en el hospital, hemos hablado con su hermana y en Toledo están igual. ¿Qué estará pasando?
-          Ni idea, pero así lleva desde anoche.
-          Voy a buscar a Antonio, haber si le encuentro y nos enteramos de algo.
-          Tío, voy contigo.
Salimos Álvaro y yo hacia el hospital, la calle está llena de corrillos, los vecinos que no se han dirigido al hospital se encuentran allí hablando.
Antes de cruzar la carretera vemos a lo lejos a Antonio, está con otros dos vecinos parados viendo el caos que se ha generado alrededor del hospital.
-          Hola cuñado. ¿Qué está pasando?
-          Hola, ni idea, pero menudo cacao se ha montado, la gente dice que hay una especie de epidemia, pero solo se escuchan rumores.
-          Hemos hablado con la Gise y Rober y nos han dicho que en Toledo, el hospital esta igual, vienen hacia aquí, en unos diez minutos llegaran.
Mientras nos acercamos un poco más para informarnos claramente de lo que pasa, vemos como la gente que hay al otro lado de la pasarela que cruza la carretera, empieza a darse la vuelta y correr, hay movimiento en el hospital, empiezan los gritos, se escuchan tres sonoros petardazos, eso acrecienta la histeria, se escuchan más, la policía está disparando sobre una muchedumbre que sale a oleadas del hospital, parecen ser médicos, enfermeros y pacientes, pero que les pasa. La muchedumbre se empieza a agolpar en la pasarela, se está creando un tapón, la histeria genera miedo y el miedo genera aún más caos, se escucha un grito y un cuerpo cae desde arriba, pero que les pasa ¿se han vuelto locos?, disparos, gritos, cláxones sonando, paramos a un vecino que ha logrado salir del tapón de la pasarela.
-          ¿Qué pasa Ricardo?- le pregunta Antonio a su vecino.
-          Esto es una mierda tío, la policía ha empezado a disparar a la gente que salía del hospital, iban manchados de sangre, y les estaban atacando, no se que coño pasa, pero yo me voy a mi casa, y vosotros deberíais hacer lo mismo, no vaya a ser que esos locos te disparen.
Ricardo al igual que mucha gente sale corriendo hacia sus casas, la gente de la pasarela sigue agolpada, otros dos cuerpos más han caído, ya no se oyen disparos, solo gente correr en todas direcciones. Nos fijamos en la muchedumbre que ha salido del hospital se mueven sin rumbo fijo pero…. Que les pasa, están atacando a la gente, y la mayor parte se dirigen a la pasarela. Ahora les tenemos más cerca y podemos verles, ¡dios es horrible!, están manchados de sangre y algunos tienen heridas visibles por su cuerpo, pero parece no impórtales, al parecer no sienten dolor, despacio se aproximan a la gente que se encuentra taponada al principio de la pasarela , gritos y más caos, les están atacando, los muerden les arañan, varios de esos seres se abalanzan sobre una joven que se encuentra en estado de shock, un desgarrador grito se escucha sobre el resto al ser mordida por tres de esos seres, más gente cae, los que logran salir corren y corren, no miran hacia atrás, es la supervivencia.
-          ¡Joder!, mira Paco, a ese tío le habían mordido y… ¡Dios! , lleva el brazo colgando, se ha levantado como si tal cosa, ¡mira, mira!, ahora él ataca también, ¿Qué ocurre?
-          ¡Corre, corre!, vámonos a casa, deprisa.
Nos quedamos unos instantes más viendo la atroz imagen, sus caras eran las de la muerte no parecen ver, les tenemos a unos sesenta metros, pero no avanzan porque tienen victimas con las que continuar su macabro festín.
Mientras salimos corriendo, no dejo de pensar en las personas que dejamos atrás, los policías que había allí han sido barridos, la gente atacada y asesinada al momento se levantaba y atacaban al resto. El caos se acrecienta con la gente que sale de sus coches, pero se ven atrapados por los atacantes, a más ataques, más atacantes, esto es demencial. Como podemos apartando a la gente llegamos a casa.
-          ¿Qué pasa?, ¿Por qué llegáis tan alterados? , pregunta Rocío con miedo en los ojos
-          ¡Maldita sea!, la peña se ha vuelto loca, atacan a la gente, pero lo más loco es que los que parecen muertos, resucitan y se vuelven como ellos, hay muertos por todos los lados pero vuelven a la vida, es de locos pero es la verdad.
-          ¿Qué hacemos?- pregunta Antonio recuperando el aliento.
-          Lo primero calmémonos, lo segundo llama a tu hermana y pregúntale por donde van, en cuanto lleguen, nos largamos de aquí, esto es demasiado peligroso.
Un frenazo se oye en la calle, salgo a ver que pasa y veo a la Gise y Rober, la parte delantera de su coche esta abollada y manchada de sangre.
-          ¡Joder!, rápido entrad. ¿Qué os ha pasado?
-          Yo que sé, hemos atropellado a un tío en la calle de la gasolinera y cuando me he bajado el tío se ha levantado y se acercaba para intentar atacarnos, tenía heridas horribles y parecían mordiscos, todo es rarísimo, otros cuatro más se han dado la vuelta y venían también hacia nosotros pero no decían nada, solo unos gruñidos, todos estaban heridos, pero eso no parecía importarles- responde Roberto nervioso.
Les pongo al día brevemente de lo que hemos visto en el hospital.
-          Tenemos que marcharnos de aquí esos seres se acercan y no quisiera tenerlos a mi alrededor.
-          Pero Paco, no te das cuenta, yo creía que había matado a un hombre.
-          Tenerlo todos claro, hasta que no averigüemos que pasa, y si esas cosas nos atacan, o tenemos que deshacernos de ellos, no son personas, así que no tengáis ningún tipo de remordimiento. Lo primero, coger un poco de agua y comida, Antonio algún tipo de arma, un palo de madera algo, con lo que poder detenerles, pero si la policía con sus disparos no pudo…quizás no sirva de mucho, pero al menos detenerles. Cogeremos los coches y nos alejaremos del foco de violencia. Lo tenemos que hacer deprisa, si ya han llegado a la gasolinera en breve estarán aquí.
Todos se pusieron en marcha, cada uno haciendo una cosa, yo no soy ningún héroe pero algo de táctica militar si sé, alejarse del peligro, procurarse sustento y refugio, y  observar antes de dar un paso en falso. Todo estaba preparado habíamos tardado unos cinco minutos, un par de mochilas con algo de comida, bebida y ropa, y unos maderos como armas, no era muy alentador pero era lo que teníamos en ese momento, un desgarrador grito proveniente del chalet vecino, nos heló la sangre a todos, vacilamos antes de actuar, que hacíamos, Roberto dio el paso y se acercó cautelosamente hacia la parte trasera, para mirar por el patio, con cuidado se subió a una mesa que nos había servido para alguna barbacoa.
-          Cuidado, intenta que no te vean-le susurró Antonio, estrujando su palo para darse confianza.
-          Está todo el patio manchado de sangre, la cristalera de entrada, pero no se ve a nadie, esperar voy a asomarme un poco más.
Roberto se apoyo con cuidado en la verja que delimitaba las dos parcelas, un gemido fantasmagórico surgió de la nada, uno de esos seres estaba pegado a la valla devorando lo que había sido Almudena, el ruido de la valla llamo su atención, Roberto sintió un fuerte tirón del brazo, cuando miró hacia lo que tiraba de él, se dio cuenta de la situación, el ser le intentaba arrastrar hacia el suelo, el olor nauseabundo a sangre coagulada, ese gemido lastimero y lo peor los ojos en blanco, sin vida, le miraban pero no le veían, solo su único sentido de devorar, de matar, de engendrar otro nuevo soldado para su ejército, le guiaba hacia sus víctimas, cada vez se activa más el ser, cada pequeño tirón que daba, atraía a una nueva alma hacia su mandíbula, los gemidos eran cada vez mas ásperos, más secos, más nerviosos.
-          Ayudarme- gritaba nervioso- no puedo quitármelo de encima.
Intentamos tirar de él, pero lo único que hacíamos era levantar al ser y que tuviese más agarre.
-          Sujétale Antonio, voy a intentar zumbarle al tipo ese en la puta cabeza.
Me subí a la mesa y desde allí tenía un objetivo claro, el ser solo tenía ojos para Roberto, y pude asestarle un fuerte golpe en la sien, se escucho el sonido del cráneo al romperse, es la zona más delicada de la anatomía humana.
-          ¿Tienes sangre o alguna herida?- le preguntaba mientras le miraba el brazo que le había tenido agarrado.
-          No tengo nada, solo me duele, joder ese tío agarraba fuerte, ¿pero porque preguntas?
-          Algo me dice que la infección de esos seres se transmite mediante la sangre, a los que muerden se vuelven como ellos, pero lo mejor es no acercarnos  de nuevo, vámonos y rápido, hemos perdido demasiado tiempo.
Salimos de la casa mirando hacia el principio de la calle, por donde habíamos llegado corriendo, no se veía a nadie.
-          Rápido, montar en los coches, salimos juntos, vamos a mi casa.
Los motores rugieron e iniciamos la marcha lentamente, al mirar por el espejo retrovisor comenzamos a ver movimiento, primero uno, dos, cinco, a los pocos segundos el principio de la calle estaba plagado de esos seres, se movían lentamente pero sin pausa, eran como máquinas, no descansaban, no se agotaban, al girar la calle para tomar la salida dos de esos seres estaban parados en mitad de la carretera, no se movían, hasta que escucharon el sonido de los motores que les hizo salir de su trance, al principio un poco aturdidos comenzaron a mirarnos, hasta pasados unos segundos se pusieron en marcha, pasamos por su lado sin que nos alcanzasen, nos seguían sin detenerse aunque era físicamente imposible que nos alcanzasen, pasamos el cruce para salir a la gasolinera, allí nos encontramos varios grupos mas de esos seres, grupos reducidos. De repente sin darnos cuenta, una furgoneta blanca se abalanzo sobre el coche de Roberto y Gise, que iban al final, el impacto fue terrible, la furgoneta no hizo ni el intento de frenar, paramos en seco.
-          Quédate en el coche cari, si ves que nos atrapan, sal zumbando hacia casa y allí os refugiáis- Rocío me miraba con terror en sus ojos el miedo estaba haciendo presa en ella.
Le indique a Antonio que saliese conmigo.
-          Niña, tú y los niños iros a mi coche, Rocío ya sabe lo que tiene que hacer.
-          No vayáis por favor, vámonos- las lagrimas afloraron y Antonio se acercó a ellos.
-          Se fuerte, hazle caso, ya lloraremos después, no podemos dejarles hay.
Mientras entraban en el Octavia, Antonio y yo nos acercábamos al coche cada uno por un lado, alrededor nuestro no había nadie, ni vivos ni muertos, pero no podíamos perder de vistas las calles por si nos sorprendían esos seres. El hombre que había en la furgoneta parecía muerto, tenía la cara ensangrentada, pero no podíamos saber si era del golpe o es que le habían atacado, la puerta del copiloto del todoterreno de Roberto no se podía abrir, la furgoneta estaba incrustada en ella, Gise estaba inconsciente, Roberto se quejaba, tenía una fea herida en la cabeza, los airbag habían saltado evitando lo peor, le sacamos primero a él, y le llevé al coche de Antonio, él se quedó vigilando, cuando volvimos a por Gise, un grupo de esos seres apareció al final de la calle, sus gemidos empezaron a sonar como una llamada, uno de ellos iba arrastrando la pierna derecha era horrible, teníamos poco tiempo antes de que se nos echasen encima.
-          Joder, ahora el cinturón está atascado, no puedo abrirlo, ¿tienes algo con que cortarlo?- preguntó Antonio nervioso.
-          Toma esta navajilla es lo único que tengo, date prisa esos seres no dejan de acercarse.
Ya estaban a mitad de la calle, sus heridas eran horribles, ya estaban a unos doscientos metros, al final de la calle apareció otro grupo más grande, alrededor de unos veinte seres, los gemidos se hacían más fuertes, era demoledor, el miedo te paralizaba.
-          Date prisa, se acercan mucho.
-          Ya casi lo tengo, ya esta, rápido cógela.
Una mirada fugaz a mi derecha, impidió que uno de los seres me atrapase con sus garras, le esquive a la vez que alzaba el madero y le propinaba un fuerte golpe en el cuello, se tambaleó y cayó al suelo, desde allí intentaba levantarse, con ese golpe una persona normal no se hubiese podido levantar mas, pero el ser lo intentaba una y otra vez, alzando los brazos hacia nosotros y gimiendo histéricamente, mientras Antonio sacaba a Gise y la llevaba a su coche, le propine un golpe con todas mis fuerzas en el cráneo, y sus sesos se esparcieron por el asfalto, así dejó de moverse definitivamente, el grupo estaba ya a cincuenta metros y alzaban los brazos intentando atraparnos desde lejos, el miedo me invadía el cuerpo, durante unos instantes no pude moverme, la imagen era demencial, algo se acercaba, algo que habían sido personas, intentaban matarme sin ningún motivo, era una locura, pero no iba a quedarme a preguntarles, viendo que ya estaban a salvo en su coche, salí corriendo hacia el Octavia, el motor estaba en marcha y rugió al apretar el acelerador, salimos de ese caos como pudimos, en la carretera hacia Leganés había coches vacios por todos los lados, hacían muy difícil el viaje, del hospital que se encontraba a nuestra espalda salían varias columnas de humo, la pasarela estaba ahora vacía, allí los coches se agolpaban en mayor medida, aquello había sido un caos al inicio, y allí se quedaron atascados sin poder moverse, por los seres que había por la zona, la mayoría de los conductores habían sido infectados, pero tampoco lo íbamos a comprobar.
 Llegamos a casa sin mayores problemas, esquivamos los coches parados, que por esa zona estaban más espaciados y pudimos ir a mayor velocidad. Dejamos los coches fuera del garaje, vimos que era más seguro hasta poder inspeccionar el garaje por si teníamos alguna sorpresa desagradable.
Acomodamos a Gise en la cama, estaba despertando, pero se sentía muy aturdida, a Roberto le curamos la herida de la cabeza, era más aparatosa que grave.
Pusimos la televisión, las cadenas encadenaban una tras otras noticias sobre la situación en varios puntos del país, hablaban de una pandemia, sugerían quedarse en casa y si encontrábamos alguno de los no-muertos, así los denominaban, informásemos a las autoridades, se había creado un estado de emergencia en todo el país, los militares se iban a hacer cargo de la situación, emitían algunos videos grabados con móviles en los que aparecían los no-muertos, casi todas las imágenes estaban grabadas cerca de los hospitales, focos principales de la infección. Deje la tele encendida y me senté enfrente de todos.
-          Bueno, yo creo que deberíamos llamar al resto de los familiares, averiguar cuál es su situación, y advertirles de lo que sabemos, si aún no lo saben ya. Descansaremos un rato y luego haremos balance de vivieres y cuando estemos más frescos podríamos exponer las ideas que tengamos, por muy extravagantes que parezcan, yo creo que la situación lo requiere y es lo suficientemente increíble para oír cualquier cosa.
Los padres de Rocío y su hermano estaban en el pueblo, por allí no había ninguna situación peligrosa, solo sabían lo que veían en la tele, su hermana Arancha, estaba muy nerviosa en casa con su hija de meses, no sabía nada de su marido, la tranquilizamos como pudimos y cuando la situación lo permitiera iríamos a por ella, de momento se quedaría encerrada en casa, y no abriría a nadie que no fuese alguien conocido y le recalcamos que sobre todo no mostrase ninguna herida.
Los padres y hermanos de Roberto estaban refugiados en la parroquia, el pueblo había sido tomado por el ejército y al parecer estaba todo controlado.
Mis padres no contestaban, se encontraban en un hospital en Madrid, al no contestar, me figuré lo peor, los hospitales al parecer eran los focos de la infección. Menuda situación, era de locos, pero lo más esencial era nuestra supervivencia, luego pensaríamos en las consecuencias. Después de las llamadas el cansancio, la angustia, el miedo,  todo fue haciendo mella en cada uno de nosotros, las lágrimas inundaron nuestros ojos, la situación era terrible, no era posible que estuviera pasando algo así. Les obligue a acostarse, descansarían un rato y en un par de horas volveríamos a tomar las riendas de la situación. Me quedé mirando la calle, la situación allí era de relativa calma, estábamos alejados del núcleo urbano de Getafe, ninguno de los vecinos estaban o al menos no se asomaban ni a los miradores, parecía época de vacaciones. Menudo sábado y yo que quería descansar.
Al cabo de media hora aparecieron Roberto y Antonio, los demás estaban descansando un poco más calmados.
-          ¿Qué vamos a hacer “cuñao”?- preguntó Roberto, a la vez que los dos se sentaban en el sofá.
-          No estoy seguro, si el ejercito se hace cargo de la situación, quizás deberíamos ir a buscar un puesto de control, por otra parte andar de un lado para otro con esos seres acechando por todos lados no es una situación por la que quisiera pasar sin tener algún arma con la que defendernos a distancia. Unas escopetas, pistolas o algo parecido.
-          ¿De dónde las vamos a sacar?- dijo Antonio mientras se servía una taza de café.
-          Había pensado en ir a la tienda de caza que hay en Getafe, pero está en el centro y creo que es peligroso, bueno ya lo habéis visto, al menor descuido y “zas”, eres suyo.
-          Podemos ir los tres, algo rápido, cogemos y volvemos,  si vemos a los soldados pues mejor.
-          Si estáis decididos a ir, lo haremos mientras sea de día, no quiero estar por la noche rondando por las calles, anoche más o menos a las ocho, así que tenemos unas tres horas de margen. ¿De acuerdo? Los dos asintieron al unísono, pues movámonos como si tuviéramos prisa. Voy a despertar a Rocío, la explicamos la situación y nos marchamos.
Después de explicarle lo que teníamos planeado hacer y de los consiguientes reparos, protestas y advertencias nos pusimos en marcha. Llevábamos los móviles cargados, por ahora no habían cortado la señal, cogimos nuestras improvisadas armas y con precaución nos dirigimos al coche, íbamos en el Citroën de Antonio, las calles estaban desiertas, tomamos la carretera de Toledo y nos adentramos en el centro de Getafe por la base aérea, por allí abría mas posibilidades de encontrar un control del ejército, íbamos despacio, las calles estaban desiertas, no había ni seres vivos, ni muertos, por ahora la suerte corría de nuestro lado.
 En las calles del centro había más coches abandonados que por la periferia. Llegamos a la esquina de la tienda, no hay moros en la costa, nos bajamos del coche Roberto y yo, Antonio se queda con el coche arrancado, para poder salir pitando a la menor señal de peligro, nos acercamos al cristal de la tienda, eran antirrobo, era de suponer, no nos lo iban a poner en bandeja, intentamos romper los cristales golpeando con los maderos, pero permanecieron intactos, necesitábamos algo más contundente, fuimos a buscar algo al maletero. De repente comenzamos a escuchar disparos que provenían de la calle que bajaba del ayuntamiento, un uro del ejército se acercaba a toda velocidad disparaba su browning M2 hacia un nutrido grupo de no muertos, estos eran barridos sistemáticamente pero seguían sin detenerse, a unos trescientos metros de nuestra posición el uro chocó contra los vehículos que se encontraban bloqueando la calle, el impacto fue terrible, nos acercamos lo más deprisa que pudimos, los tres ocupantes del vehículo, un sargento y dos cabos, estaban muertos, y los no muertos seguían acercándose.
-          Rober, coge las armas de los soldados y dispara con una de ellas el cristal de la tienda, saca todo lo que puedas, sobre todo munición, yo intentaré entretenerles lo máximo posible, corre, corre.
Roberto salió disparado, se escuchó un disparo proveniente del G36 y vi como los dos entraban en la tienda. Amartillé el arma y comencé a disparar hacia la muchedumbre que bajaba dando alaridos por la proximidad de sus presas. Al principio me era difícil controlar el arma pero una vez cogido el tranquillo daba ráfagas cortas, la mayoría no les mataba pero su efecto devastador arrasaba con los miembros de los no muertos haciendo más lento su avance, la carnicería era terrible pero no cejaban en su intento de avanzar. Paré un instante para mirar si habían salido ya de la tienda, estaban metiendo armas y munición en el maletero, disparé unos segundos más y cogiendo otro fusil y dos cargadores corrí hacia el Citroën, otro nutrido grupo de seres se acercaban por la calle de izquierda, el ruido y los gemidos de sus semejantes les atraía como moscas a la miel. Nos metimos los tres en el vehículo y haciendo chirriar las ruedas salimos a toda velocidad de esa ratonera, fuimos dejando atrás a los no muertos, por segundos su número aumentaba en decenas, cientos, salían de todas partes, nos dirigimos hacia la entrada de la base para observar si había gente con vida y tomar la carretera hacia mi casa donde nos esperaban nuestras familias. La entrada a la base estaba desierta, se veían signos de lucha pero ningún ser vivo, unas decenas de no muertos estaban tirados en el suelo con la cabeza reventada y sus sesos esparcidos por el asfalto, otros devoraban a los soldados que habían defendido la entrada, pero no se veía una gran masa con en el centro de la ciudad. Mientras nos acercábamos a casa dejábamos que nuestros cuerpos se calmasen y la adrenalina del momento se esfumase, los músculos nos dolían después de la tensión acumulada. Embocamos la calle que llegaba a casa, íbamos despacio, observando la calle desierta, justo delante del portal había un pequeño grupo de personas en corrillo, estaban paradas, según nos íbamos acercando, distinguimos sangre en sus ropas, uno de ellos se giró hacia nosotros, tenía el brazo derecho colgando y la mitad de la cara aparecía a medio devorar, se activaron los cinco y comenzaron a gemir y dirigirse hacia el vehículo, sin mediar palabra Antonio paró el coche, nos bajamos, preparamos los fusiles y unas sonoras descargas ahogaron los gemidos, dos de ellos habían caído, el tercero se arrastraba con la pierna destrozada por el impacto, los otros dos más lentos, arrastran las piernas, tropezaron con los caídos, nos acercamos un poco mas y los rematamos en el suelo, el espectáculo era dantesco, esos seres hacia unos minutos, unas horas habían tenido vida y ahora yacían en el asfalto.
Subimos todo el material a casa, no podríamos quedarnos en ese lugar mucho tiempo, los primeros no muertos habían aparecido, pronto serian muchos más y no seriamos capaces de matarlos a todos.
Estaban todos en el salón. La tele, la radio toda comunicación con el exterior al parecer había desaparecido, por ahora nos encontrábamos solos. ¿Sería este nuestro final? ¿El final de la raza humana como ser vivo? ¿Había nacido otro depredador más fuerte que nos desbancaba de nuestro trono?
Lo único verdadero es que parte de nuestra familia se encontraba reunida y deberíamos intentar buscar al resto para reunirnos, para nosotros y en la medida de nuestras posibilidades,” nuestro final todavía no había llegado”.

jueves, 1 de septiembre de 2011

ALIANZA 3ª PARTE

-     ¿Que habéis pensado?- preguntó Sanjes mirándolos.
-     Te acompañaremos hermano, pero será rápido, tenemos que ir con Lobo a su tierra para llevar las hierbas.
-     De acuerdo os esperaremos fuera y partiremos enseguida.
La columna estaba preparada, todos iban a caballo, la indumentaria de la compañía de Sanjes variaba con respecto a las de la frontera por el color, vestían calzas y peto de color rojo fuego, una capa roja cubría todo el cuerpo y la grupa de la montura, el casco tapaba toda la cabeza excepto la cara que iba cubierta con un pañuelo rojo que tan solo dejaba entrever los ojos, tan solo el casco de Sanjes con un pequeño halcón en posición de ataque diferenciaba al príncipe del resto de sus hombres, la indumentaria de los hombres de la frontera en en tono marrón, ideal para incursiones nocturnas y poder mimetizarse de día con el terreno.
-     Vuestras monturas están preparadas. Lobo ese es el tuyo-. Un enorme macho negro que irradiaba una enorme fuerza, ninguna de las monturas llevaba armadura por lo que les convertía en caballería ligera.
Iniciaron la marcha, el comandante de la guardia fronteriza despidió al príncipe Sanjes y volvió a sus tareas. El campamento se fue quedando atrás con su bulliciosa y metódica actividad.
Al cabo de unos kilómetros comenzaron el avance al trote, los bosques inundaban ambos lados del camino, que estaba perfectamente cuidado, manteniéndolo libre de obstáculos para poder realizar los trayectos lo más rápido posible.
A lo largo del camino pasaron pueblos cuyas edificaciones eran todas iguales, tenían dos plantas, grandes ventanales y su color blanco reflejaban la luz del sol. Todos los tejados eran planos con una leve inclinación para desaguar la lluvia y un pequeño murete rodeaba todo su perímetro. Hileras de casas daban un aspecto de orden y simplicidad excepcional. Los pueblos se dedicaban a la agricultura y la ganadería. Exbic les comentó que los pueblos de las montañas se dedicaban a la minería, sacando oro, piedras preciosas y diversos metales para su propio suministro como para el comercio que permitían. Descansaban para comer y dormían en pequeñas guarniciones que estaban estrategicamente posicionadas a lo largo de todo el camino. Seria imposible que todo el país se viera sorprendido por una invasión sin que esta fuese detectada. Quein miraba todo atentamente, y aunque había viajado alguna vez al país de su amigo, nunca se había internado tanto. El rey recibía a las visitas de otros países en la Isla de los Truenos, cuyas costas eran enormes acantilados contra los que las olas chocaban haciendo un ruido ensordecedor, de hay su nombre, corrientes marinas hacían difícil la navegación haciendo la entrada muy lenta a barcos cuyos capitanes no conocían sus peligros. Atalayas y catapultas defendían todo el perímetro de la isla, haciendo muy difícil que una invasión fructificara sin un gran sacrificio de material, naves y vidas humanas.
Al quinto día tras vadear un río, apareció la capital, Bander, desde la colina donde se encontraban la visión era espectacular, un enorme valle por el que fluían pequeños riachuelos, nacían del río principal Suck que atravesaba el país de norte a sur desembocando en el mar, su nacimiento se encontraba en las montañas fronterizas con los enanos, una sucesión de cadenas montañosas casi imposible de atravesar. Cuatro caminos llegaban a los cuatro puntos cardinales de la ciudad amurallada, situada sobre una colina en mitad del valle. Una primera muralla rodeaba toda la ciudad, tenía cuatro puertas de acceso, dentro, los edificios eran una copia exacta de los pueblos que habían ido dejando atrás, todo estaba edificado con enorme pulcritud y eficiencia, en el centro otra muralla rodeaba la fortaleza del Rey, construida con enormes bloques de piedra negros como la pez, que contrastaban con el blanco de la ciudad, cuatro enormes torreones unían las murallas de la fortaleza y en cada uno de ellos ondeaba la bandera de Loock, tres bandas horizontales roja,marrón y verde con un halcón atacando en el centro, dentro de la fortaleza se encontraban las caballerizas, varios edificios que formaban los alojamientos de la guardia personal del rey y otro edificio principal que albergaba las habitaciones del rey, el salón y la cocina.
La compañía de Sanjes entró en la ciudad y se dirigieron a la fortaleza.
-     Dos días antes hermano, no esta nada mal, recibiremos a padre con todos los honores- comentó Sanjes orgulloso.
Exbic no compartía el entusiasmo de su hermano, temía la reacción de su padre, estaba más que preocupado.

viernes, 26 de agosto de 2011

ALIANZA 2ª PARTE

Exbic bebió un trago de su copa y la dejó en la pequeña mesa central.
-     ¿Que ocurre hermano?.
Sanjes se volvió con una expresión seria en el rostro, se sirvió una copa de vino y se sentó junto a la chimenea.
-     Vienes a involucrarnos en la guerra contra los wirlocks, padre no esta de acuerdo, ya lo conoces siempre tan testarudo, y que tú te alejaras de tu pueblo y de su lado no es que haya ayudado mucho.
-     Sabes lo que ocurrió, yo quería conocer otros pueblos tener otras experiencias, antes era diferente, todos los hombres no son malos, Quein y yo somos como hermanos, el me ha salvado la vida en muchas ocasiones al igual que yo a él.
-      Yo no estoy de acuerdo con todo lo que padre dice y piensa, pero en ocasiones tiene razón, ellos nos engañaron e intentaron arrebatarnos todo, tu estabas aquí, y lo vivistes al igual que yo.
-      El mundo es así tienes que aprender a diferenciar lo bueno y lo malo, evitar y aprender entre todo lo que sucede, no te das cuenta de que nuestra cultura y civilización está en decadencia, no podemos quedarnos anclados en el pasado, hay que evolucionar y abrirnos al nuevo mundo y que mejor manera que aliarnos y ayudar a los hombres en su guerra contra los wirlocks, si no lo hacemos así, ellos sucumbiran y entonces, ¿ que ocurrirá con nosotros?.
-     Nadie a podido entrar para conquistar nuestra tierra- continuó Sanjes tozudo.
-     ¿Cuanto durará? ¿crees que no nos atacaran para conquistarnos?, si piensas eso, estas tan ciego como padre- Exbic había alzado la voz, durante unos instantes el silencio se apoderó de nuevo de la habitación, la tensión se palpaba en el ambiente. Los dos hermanos se miraron, sus ojos estudiaban el rostro del otro, no había odio, sino preocupación. Fue Exbic quien rompió el incomodo silencio.
-     Lo siento hermano, no debería de haber hablado de esa manera, pero pienso que Quein y su familia, son buena gente y me acogieron en su familia, estos años fuera del hogar han sido duros, siempre sueño con volver con vosotros, mi verdadera familia y poder convivir todos, hombres y loocks juntos, podrías sacar cosas buenas y aprenderíamos los unos de los otros.
-     Lo sé hermano, no he dejado de pensar en ti ni un solo día, muchas veces he hablado con padre, pero no puedo convencerle, madre nos comprende pero no nos ayudará a convencerle, dice que tenemos que ser nosotros los que le hagamos ver la realidad con nuestros actos.
-     ¿Donde están?- preguntó Exbic intrigado por el misterioso viaje que había mencionado su hermano con anterioridad.
-     Se fueron a parlamentar con los enanos- Exbic miró asombrado a su hermano.
Sanjes esbozó una sonrisa.- ¿Sorprendido, verdad?, así me quede yo cuando me lo dijeron, se fueron hace tres semanas y mañana esperamos su regreso a nuestra tierra, en otra semana más estará en Bander,  podríamos adelantarnos y recibirles a su llegada, les sorprenderíamos.
Exbic se quedó pensando en la propuesta de su hermano,´en su mente se abría un halo de esperanza.
-     Hablaré con Quein y mañana te diré que hacemos.
Los dos hermanos se levantaron y se fundieron en un fuerte abrazo.
-     Te acompaño- se ofreció Sanjes.
-     No hace falta, me acuerdo perfectamente, tampoco hace tanto tiempo-
-     Tres años es mucho tiempo- Los dos hermanos rieron juntos, hacía demasiado tiempo que no lo hacían y agradecieron estos momentos de felicidad, en medio de tanta locura.
Se despidieron y Exbic se marchó a su alojamiento, por su mente pasaban un montón de ideas, añoranzas, esperanzas, todo se mezclaba tan rápido, su mente bullía frenética. Faltaban unas tres horas para el amanecer, Exbic se acostó y pronto quedó completamente dormido.
Cuando Mill se levantó, vio a Exbic y a Quein limpiando sus armas.
-     Buenos días chicos, bueno mejor dicho príncipes, he hizo una pomposa reverencia.
-     Buenos días- dijeron al unísono los dos amigos, con una sonrisa en el rostro, la esperanza llenaba la habitación.
-     ¿ Y Lobo?- preguntó Mill buscándolo en la habitación.
-     Ha ido con Sanjes ha conseguir sus hierbas, creo que se llevara una grata sorpresa. El herbolario es bastante extenso, encontrará lo que busca.
Se dirigieron al comedor, el sol calentaba levemente el ambiente, aunque la brisa era fría. A mitad de camino apareció Lobo con un paquete a rebosar de diferentes hierbas y pócimas. Una sonrisa atravesaba su rostro.
-     Esto es maravilloso- Lobo les enseñaba todavía maravillado el fardo lleno de todo lo que necesitaba y más.
Todos fueron al comedor, Lobo y Mill iban detrás cambiando impresiones, era chocante verles juntos, el gigantón y el pequeño Mill, extraña pareja, pero habían echo muy buenas migas.
Entraron al comedor, al fondo se encontraban las cocinas, pegadas a ellas una enorme mesa contenía toda la comida que se servía y que los cocineros sacaban a medida que los guerreros loocks iban entrando. El resto de la sala estaba ocupada por mesas para unas veinte personas, no había distinciones de rango, todos eran hermanos y guerreros con un único cometido, que compartian la comida, desde el Rey al guerrero más novato. Grandes antorchas iluminaban cada rincón del comedor, las pequeñas troneras que rodeaban todo el edificio no iluminaban lo suficiente la estancia. Los hombres de loocks saludaban al príncipe Exbic con una leve inclinación de cabeza, muestra de respeto y amistad, mientras desayunaban Exbic compartió con sus amigos lo que su hermano le había dicho. Lobo fue el primero en hablar.
-     Yo te acompañaré, pero ten en cuenta que en poco más de un mes el invierno llegará, y el paso eterno hacia las Tierras Yermas quedará cerrado durante varios meses y estas hierbas, que tanto os agradezco, son necesarias para la supervivencia de mi pueblo.
-     Gracias Lobo, llegaremos a tiempo.
Quein y Mill también irían con su amigo de esta manera quedó todo planeado, hablarían con el Rey Garin y después sucediera lo que sucediera, viajarían al pueblo de Lobo. En ese momento Sanjes entró y se dirigió a la mesa donde se encontraban los cuatro compañeros.

miércoles, 24 de agosto de 2011

ALIANZA

Las enormes puertas se cerraron tras su paso, Lobo y Mill se quedaron asombrados por la velocidad y ligereza de las puertas al cerrarse, no vieron hombres ni animales, algún mecanismo oculto actuaba en su lugar. El campamento militar era tosco pero eficaz y acogedor, constaba de un edificio principal que hacía de comedor y sala de reunión de los hombres libres de servicio. Los dormitorios eran pequeños edificios amurallados con troneras en los pisos superiores, estaban diseminados ocupando el paso hacia la ciudad, en la retaguardia los almacenes, establos y enfermería, todos ellos diseñados en piedra y madera.
Los hombres de Sanjes se dirigieron a la armería para limpiar y dejar su equipo listo para estar preparados ante cualquier eventualidad.
Sanjes junto a su hermano y sus amigos fueron a los aposentos de este.
-     Por favor acomodaros-. Sanjes les sirvió vino, y se fueron sentando en unas cómodas butacas de piel de cabra, teñidas de negro y ámbar.
El edificio del príncipe tenía dos plantas, la superior, sus aposentos y la inferior en la que estaban, en la que había una mesa de roble llena de pergaminos, informes y mapas. La habitación se encontraba bien iluminada por varias lamparas de aceite colocadas por todas las paredes, una hoguera chisporroteaba al fondo caldeando esta agradablemente.
-     Caballeros, pronto podréis comer y descansar, solo quiero que me aclaréis que os movió hasta las puertas de mi casa, uhmmmm digamos a este grupo tan variopinto-. Sanjes se quedó en pie mirando a cada uno de los presentes, Exbic fue quien habló.
-     Hemos venido para hablar con el Rey, nuestro padre-. Lobo tosió de manera brusca, todos le miraron.
-     Es cierto, también por otra razón, Lobo necesita unas hierbas para su pueblo y venia a comerciar-. Lobo se quedó más tranquilo al escuchar su petición y miró inquisitivamente a Sanjes para conocer su respuesta.
-     El comercio se puede arreglar, mañana atenderemos tus peticiones y veremos que podemos hacer al respecto del Rey. En estos momentos no podemos hacer nada, el Rey se encuentra de viaje y yo ocupo su lugar, en estos momentos me encontraba de paso por la guarnición y no podíamos perder la oportunidad de acabar con unos cuantos wirlocks, mañana continuaremos hablando. Príncipe Quein, ¿ te importaría llevar a tus amigos a sus alojamientos?.
Quein se levantó e hizo un gesto a Lobo y Mill, los tres se despidieron y salieron del edificio hacia sus alojamientos.
Los dos hermanos se quedaron solos, durante un instante el silencio invadió la habitación.

martes, 23 de agosto de 2011

EL PASO 3ª parte

-     Mala suerte Quein, los wirlocks controlan el paso del río Brin, hay unos cien hombres, más de los que podemos vencer.
-     Vayamos a ver.
Se acercaron sigilosamente, Lobo tenía razón, unos cien wirlocks guardaban el puente, no podrían pasar y era el único lugar por donde se podía acceder a Loock por tierra. Al otro lado una enorme muralla de piedra protegía la entrada, la propia naturaleza había creado un embudo natural con enormes montañas  como frontera. Hacía mucho tiempo atrás los Loocks habían construido la muralla para protegerse de lo que llamaban la avaricia de los hombres. Los comerciantes iban y venían, muchos de ellos les embaucaban y ganaban grandes sumas de dinero. Cuando fueron conocedores de se estratagema construyeron el muro impidiéndoles el paso. Tenía una altura de 10 hombres y una basta plataforma, por la cual cinco hombres codo con codo podían caminar. La puerta de hierro enano era practicamente indestructible y por si fuera poco, tres batallones de Loocks  custodiaban el muro, estos eran entrenados para ese único propósito, defenderlo y mantenerlo sin ninguna fisura, Nadie podría atravesarlo sin un gran ejército y un gran numero de catapultas y balistas de gran tonelaje, sería una empresa descabellada.
Los cuatro compañeros bajaron y se ocultaron en un bosque cercano, Quein estaba preocupado y no era para menos, su misión podría irse al traste.
-     Esperaremos al anochecer y bajaremos a investigar sus guardias y nuestras probabilidades de paso, dispersaos y estar atentos por si viene alguna patrulla- dijo Quein bajo la atenta mirada de los demás.
Al anochecer el grupo de reunió en la colina.
-     Bajaremos Exbic y yo.
La tajante voz de Quein no dio opción a ninguna objeción.
Quein y Exbic se preparaban, se quitaron todo lo que pudiese hacer ruido y se pusieron barro en las partes de piel que quedaban al descubierto. Quein se quedo con el cuchillo y sus dardos, Exbic sus dagas gemelas. Mientras Mill y Lobo miraban las hogueras del campamento. Las nubes ocultaban la luz de la luna y las estrellas, era una noche fría, excelente para su propósito.
Bajaron silenciosamente ocultándose entre los matorrales hasta llegar a unos cien metros de los guardias. Cinco patrullas controlaban el perímetro del campamento y otras dos la entrada del puente. La luz de las hogueras atravesaban la oscuridad y los brazos de la luz danzaban hasta morir de nuevo en la penumbra.
-     Imposible pasar sin ser advertidos- susurró Exbic.
Quein asintió con un gesto contrariado en el rostro e hizo un gesto para volver al lindero del bosque con sus compañeros. Cuando iniciaban el regreso un ahogado frito sonó a sus espaldas, desenvainaron las armas y preparados para la lucha volvieron sus miradas de nuevo al campamento wirlock.
Una lluvia de flechas había caído sobre ellos, los guardias que quedaban en pie dieron la alarma, los guerreros wirlocks se dirigieron a la entrada del puente del cual procedía el ataque, de las sombras nocturnas aparecieron como fantasmas guerreros loocks, con sus largas dagas preparadas para dar muerte al enemigo. Los primeros wirlocks fueron barridos inmediatamente por el ímpetu del ataque, los loocks conquistaron rápidamente la cabeza del puente, la habilidad de los loocks en el arte de la lucha era excepcional, mataban con una elegancia extraordinaria. Los movimientos fluían de sus cuerpos como si de una danza se tratara, hasta la cruel muerte parecía dulce en sus manos.
Los dos compañeros saltaron de su escondite y corrieron al fragor de la batalla, varios wirlocks les salieron al paso, los dardos de Quein volaron hacia la garganta del más osado wirlock haciendo su trabajo a la perfección, con el cuchillo remató al enemigo evitándole el sufrimiento. Exbic danzaba como sus hermanos y dos enemigos cayeron rapidamente a sus pies. La lucha terminó tan de repente como empezó, toda la compañía wirlock yacía muerta diseminada por el campamento, el silencio se apoderó de nuevo de la noche, tan solo el crepitar de las hogueras y el rumor del agua lo rompían. Uno de los guerreros loocks se dirigió hacia los dos compañeros. Exbic envainó sus dagas y se adelantó a su encuentro. Cuando llegó a su altura el guerrero habló.
-     Hola Exbic, no esperaba verte por aquí, pero no sé porque me extraña- miró a Quein y realizó una pequeña inclinación a modo de saludo, a la que Quein respondió de la misma manera.
-     ¿Que tal Sanjes?- respondió Exbic con otra leve inclinación.
En ese momento aparecieron Lobo y Mill con sus armas preparadas. Quein hizo las presentaciones, mientras sus dos compañeros guardaban sus armas.
-     Este es Lobo de las tierras yermas y Mill el mago, él es Sanjes, príncipe de Loock y hermano de Exbic- ambos saludaron al príncipe con expresión de asombro por la noticia de que su amigo fuese príncipe de la legendaria tierra de Loock.
-     Encantado de conoceros, pero creo que deberiamos volver dentro, no me gustaría verme sorprendido.

lunes, 22 de agosto de 2011

EL PASO 2ª parte

-     ¿Se recuperará?- preguntó Quein a Exbic, con tono de preocupación en su voz.
-     Es muy fuerte, pero a perdido mucha sangre, lo raro es que siga vivo, hay que estar atentos a su estado.
-     Comprendido, yo haré la primera guardia, vosotros dormir, si hay alguna novedad te avisaré.
-     Quiero ayudar- dijo Mill, viendo que parecía un estorbo.
-     Pronto ayudaras, ahora termina de recuperarte, mañana sera otro día.
La noche llegaba a su fin, pronto el sol haría su aparición, Exbic preparaba el desayuno, las medicinas y las vendas para los heridos. Un leve sonido le alertó, sus manos rápidas como el rayo desenvainaron las dagas gemelas, mientras giraba sobre si mismo, un enorme pie se poso sobre su pecho, el golpe fue demoledor, cayó al suelo y se encontró al gigante encima, estaba medio grogui, el hacha amenazante se situaba sobre su cabeza lista para atravesarle, Exbic pensó que ese era su fin....
-     Como lo intentes y ese hacha se mueva, te atravieso- Exbic miró a su izquierda, era Quein con el arco de marfil preparado, volvió la vista al gigante, no se había movido, la furia se reflejaba en su rostro, el arma pendía amenazante sobre él, el gigantón tenía los músculos en tensión a punto de estallarle, durante unos instantes no sabía que iba a ocurrir, muy despacio el gigante levantó el pie de su pecho, el cual le dolía como si tuviera una enorme piedra oprimiéndolo, cogió las dagas y se alejó arrastrándose a una distancia prudencial.
-     Ahora tira el hacha, no queremos hacerte daño, no me obligues a disparar- El gigante se volvió despacio con el hacha todavía amenazante.
Mill miraba la escena incrédulo, no se podía mover, el miedo le atenazaba, obligándose a ello, lentamente cogió un pequeño tronco que encontró a sus pies, mientras pensaba "que voy a hacer contra esa cosa con este palito, para él es como un mondadientes".
El gigante los miraba despacio, uno a uno, analizaba la situación, una de las heridas de su pierna volvía a sangrar, tenía la venda empapada. Al cabo de unos segundos interminables, bajó el hacha y la tiró a sus pies.
-     ¡¡¿Porque lo has hecho?!!, ¡¡¡ maldito monstruo!!!, ¡ anoche te salvamos la vida!- Exbic gritaba como poseído, tenía las venas latiéndole y el rostro contraído de la furia-.¡¡¡Deberiamos matarte ahora mismo!!!.
-     Tranquilo Exbic- replicó Quein destensando el arco, nosotros hubiesemos actuado igual.
-     Yo no- susurro Mill.
Quein sonrió mientras avanzaba hacia el gigante.-¿Quien eres?-.
-     Me llamo Rick, pero todos me llaman Lobo, vivo en las Tierras Yermas, pertenezco a los gradilianos.
-     ¡¡¡Nadie vive allí!!!, mientes, las tribus de esa tierra son pura leyenda, he estado allí y no hay mas que hielo y muerte-. Gritó Exbic
-     Continua- dijo Quein mandando callar a Exbic con un gesto de su mano.- Estás muy lejos de tu tierra.-
-     Me dirigía a la frontera de Loock, para conseguir ciertas hierbas como la lavándula, astrágulus y thuja, que solo se pueden obtener en esa tierra, los gradilianos las necesitamos para que nuestro hombre santo prepare sus medicinas.
-     Nosotros nos dirigíamos hacia allí, si quieres puedes acompañarnos y unirte a nosotros, como has visto estas tierras ya no son seguras-. Exbic ante sus palabras estaba incrédulo y enojado, pero se mantenía callado.
-     Os acompañare hasta conseguir las hierbas, y aunque os deba la vida, mi pueblo me necesita antes que salvar mi honor con unos extranjeros, en un futuro saldaré la deuda contraída con vosotros.
-     No queremos nada, solo tu amistad, y tu hacha mientras estés con nosotros.
-     JA, JA, JA, desde este momento somos amigos, Lobo sabe mantener su palabra, podéis contar conmigo y con mi hacha.
-     Yo soy Quein, el es Exbic y el pequeño de atrás es Mill, y ahora deja que te curemos, no queremos que te sigas desangrando.
Una vez aclarada la situación y aunque incomodo, Exbic dejó de refunfuñar, pero no perdía de vista a Lobo.
Le vieron acercarse a enorme animal, al que todos habían olvidado, que se encontraba tirado en el suelo con una gran herida en el costado, el pelaje lateral estaba manchado de sangre ya coagulada, Lobo tomó una tira de tela y la mojó con su pellejo, comenzó un murmullo constante, relataba algo acerca del animal.
-     Arg, fiel compañero y gran lobo gradiliano, defensor de su compañero, en este mundo no correremos más aventuras, pero tu espíritu viajará conmigo y buscara la venganza que llegará a través de mis manos, mi hacha y tus cachorros saborearan.
Terminó de limpiarlo, lo cogió con sus poderosos brazos, cualquier hombre no le hubiese podido coger y aún menos llevarlo al interior del bosque para enterrarlo, cuando volvió el sol estaba alto, comieron, volvieron a limpiar sus heridas y decidieron descansar hasta el día siguiente, en el que emprenderían la marcha.
Exbic no pegó ojo, no se fiaba de Lobo. Al amanecer montaron a caballo, excepto Lobo que anduvo todo el camino, sin dar muestras de cansancio, son sus poderosas piernas daba enormes zancadas y mantenía un paso vivo. No volvieron a encontrarse wirlocks ni con otro peligro reseñable, Lobo de recuperaba rápidamente, les parecía increíble viendo las heridas que le habían provocado.
Exbic se fue relajando poco a poco, pero todavía sentía algún recelo, su desconfianza disminuyó al ver que Quein confiaba en él. Al atardecer de tercer día desde su encuentro, subían una colina, la frontera se encontraba detrás de ella, Lobo regresó de su inspección.